Centro Asistencial de Personas Mayores

M. Angeles Antón

Mi padre ingresó el verano pasado con una plaza de convalecencia de dos meses para fortalecer la deambulación, pero a las pocas semanas dejó de andar, de hablar, se demenció, empezó a tener heridas por todo el cuerpo, contusiones, hematomas, bultos, etc. El estado era tan deporable que fuimos a urgencias y allí nos dijeron que todo apuntaba a una caida o a movilizaciones inadecuadas. Le traje a casa y ha vuelto a recuperar sus ganas de vivir, vuelve a leer, a hacer sopas de letras y a caminar. No ha vuelto a tener heridas y ha cumplido 100 años.

Juan Jose Diez

DECEPCION TOTAL Puede que para personas validas sea una buena residencia, pero para las personas no validas, las cuales no se pueden quejar del trato recibido, es un pésimo lugar. Cuando un residente va a ingresar, la asistente social y medico te dan una charla previa de todos los cuidados que va a recibir dicho residente… o, mejor dicho, de todo lo que a los familiares del residente les gustaría oír y que luego no se va cumplir. Si tienes un problema se pasan la pelota de unos a otros. La asistente social te dice que no es de su competencia y te deriva a la terapeuta ocupacional. Esta te dice lo mismo y te deriva al médico, el medico que eso no es de su competencia… y suma y sigue. Por cierto, hablando de un problema con la terapeuta ocupacional, está me dice que ha tenido una conversación con mi madre y que la ve bien. Mi madre hacia más de tres años que no hablaba. Respecto a los cuidados impera la ley del mínimo esfuerzo por parte de los auxiliares. Cuando vas a realizar una visita, entras en la sala donde los residentes pasan todo el día, se te cae el alma a los pies. Mal sentados en sus sillas, con una postura que delatan una gran falta de atención, babeando en su ropa… eso sí, las auxiliares sentadas en su mesita hablando de sus temas sin prestar la más mínima atención. Anécdota: El médico, el día del ingreso, nos preguntó si mi madre caminaba y nos dijeron que la harían andar para hacer sus pequeños desplazamientos de la habitación a la sala de estar, y un mes más tarde, en una visita como hacia mal tiempo y no pude sacarla a la calle, la hice pasear dentro de la cafetería y al pedir ayuda para volver a sentarla en la silla me dicen dos enfermeras: “Pero si sabe andar”. Mi madre falleció a los dos meses.

pepe botella

Es un lujo de residencia. Pero más valdría que las auxiliares arrimaran más el lomo.

Maria Luisa Rodriguez Nieto

Muy buena